Liverpool 3-2 Tottenham

by - marzo 10, 2013


Mucho más que 3 puntos.



No es una simple victoria. Ni tan solo una simple remontada. Se puede decir sin pecar de un ataque de euforia recién concluido el encuentro, de que estamos ante un punto de inflexión en la más reciente historia del Liverpool. No se trata de ganar un partido ante un equipo que ha demostrado ser enorme y con una preparación excelente. Se trata de la confirmación de una tendencia que va más allá de conquistar 3 puntos. Nos hallamos ante un equipo que hoy se ha reecontrado con ese carácter y personalidad que define a los grandes. Y eso va más allá de conseguir una clasificación a Champions o a Europa League esta misma campaña. El Liverpool de Brendan Rodgers se ha reafirmado como equipo. El Liverpool ha vuelto. Sí o sí.

Por Stubbins. (@El_Stubbins)

A ningún supporter del Liverpool se le escapaba que el partido de hoy se trataba de una cita de una notable importancia. Se enfrentaban sin dudarlo, los dos equipos en mejor forma del campeonato. Un Liverpool ascendente que goleaba a todos sus rivales y un Tottenham de una solidez incontestable refrendada por la victoria de la semana pasada ante el Arsenal y la victoria de perestigio intersemanal europea sobre el Inter de Milan. Anfield se vestía de gala para un partido que apasionaba además de supporters Reds y Yidos, a todo el planeta fútbol.

La primera sorpresa la dió la ausencia de Pepe Reina bajo los palos de la porteria local. Brad Jones encabezaba la alineación de los Merseysiders por lesión de última hora del portero español. Ante el meta australiano, Jamie Carragher escribía una nueva página de la historia del Liverpool al sumar su partido número 500 en liga con la camiseta del Liverpool. El defensa de Bootle ni podía imaginar que su efémeride quedaría en segundo plano por lo acontecido tras 90 minutos de épica lid.


El partido se iniciaba con un Liverpool muy ambicioso. Nuevamente como ocurriera la pasada semana en Wigan, Coutinho mostraba su magistral clase y habilidad. Una asistencia suya al espacio no pudo ser aprovechada por Daniel Sturridge que se adelantó demasiado el balón ante la salida de Lloris. La espalda de la defensa Londoner hacia aguas y los de Brendan Rodgers se percataron de ello rápidamente.

Pero el partido no tenía tregua alguna. Un libre directo ejecutado por Gareth Bale de manera diabólica, proporcionaba la primera ocasión para los Spurs. Brad Jones de manera poco ortodoxa podía rechazar un balón que como consecuencia del golpeo del galés dibujaba una extraña trayectoria repleta de extraños y sorprendentes efectos. El meta australiano resoplaba aliviado después de su parada. 

Pero el Liverpool seguía a los suyo. Seguía insistiendo en la banda izquierda de Coutinho. El brasileño ofrecía otra clase de pura cátedra de magia futbolística combinando al espacio, y de nuevo a la espalda de la defensa Spur, hacia José Enrique que tras dudar un instante servía para que Luis Suárez batiera a Lloris en su salida de una magnífica definición con el empeine. El Liverpool se ponía por delante en el marcador, dando claras muestras de crear el peligro que se propusiera sirviendo el balón al hueco  y a la espalda de la defensa. Pero no fue así. El Tottenham reaccionó y corrigió. Bien es cierto que todo pudo ser diferente si se hubiese señalado un claro penalty por agarrón a Coutinho cuando se disponía a rematar a puerta vacía.


Bien por la ventaja en el marcador, o por la necesidad de reaccionar, el Tottenham se puso manos a la obra y se apoderó del partido. Dembele hizo suyo gran parte del césped y gracias a él, el Tottenham adquirió una posesión casi total del balón. Una circunstancia que al Liverpool le duele y en la que no sabe manejarse. Pasaban los minutos y el Liverpool sufria ante el ímpetu visitante. Sigurdson, un jugador que pudo ser Red este verano, tuvo una clara opción de igualar el marcador pero su disparo salió fuera por muy poco.

Era el primer aviso serio del cuadro Yido. Finalmente el equipo de Villas Boas logró materializar el empate en un momento crucial como lo es cuando el marcador señala el minuto 45 de partido. Tras un balón colgado al arera tras el lanzamiento de una falta que la defensa red lograba achicar, el balón caía a pies de Bale que volvía a poner el balón en el interior del area. Hasta cinco jugadores del Tottenham esperaban el centro en clara superioridad numérica, que finalmente Vertonghen remataba al fondo de las mallas. El gol hacia mucho daño, pero era muy merecido. El Tottenham era amo del partido.

En el descanso, la opinión generalizada es que el Liverpool estaba siendo superado por un equipo bien plantado y muy serio. El inicio de la segunda mitad, venía a confirmar esa reflexión. De nuevo un balón colgado al area Red provocaba el caos. El libre directo ejecutado por Bale era rechazado por Carragher sin la fuerza suficiente, siendo esto aprovechado por Vertonghen para poner en ventaja a los Spurs. Todo se iba al traste tras el buen inicio. Un equipo trabajado y consistente lograba anular la ventaja del Liverpool en el marcador. Todo parecía perdido... pero no fue así.

He aquí que Rodgers ponia en liza a Joe Allen para tratar de recuperar el balón y la iniciativa del partido. El galés sustituia a un desfondado Coutinho al que habiendo actuado brillantemente en la creación, también trabajó duro en la presión y la recuperación, dejando a las claras aún así, que todavía se le hace muy grande el ritmo de Premier League. Qué decisión más oportuna. Mejor decisión que la del colegiado que no expulsó a Vertonghen tras que éste cortara con la mano un balón en largo dirigido hacia Daniel Sturridge. El belga tan solo vió la amarilla.

Con un Tottenham que juega a placer esperando al rival y con el marcador a favor, y con la presencia de Joe Allen en el terreno de juego, la posesión volvió a pertenecer al Liverpool con media hora de juego por delante. En esos instantes, Anfield empezó a jugar un papel fundamental en la remontada. The Kop empezó a rugir. Los Kopites creían en la remontada. Por esa fórmula química desconocida, equipo y afición se aunaron en un solo ser y el Tottenham empezó a sentir el temor que solo un templo como Anfield y un equipo con un Liverbird bordado en el pecho de su camiseta sabe infundir.


Y si no es así, que se lo pregunten a Kyle Walker que incomprensiblemente sirvió un pelotazo al interior del area que fue aprovechado por Stewart Downing para salvar la oposición del meta Lloris y batir la porteria del Tottenham, haciendo pasar el balón bajo las piernas del defensa que defendía bajo la línea de gol. Anfield estallaba. Anfield apretaba como en las grandes ocasiones. Los once jugadores del Liverpool en el campo percibían la gesta. Y los once del Tottenham sabían que tenían por delante veinte minutos de auténtico suplicio.

Un suplicio al que el Liverpool daba forma con ataques en tromba que desarbolaban todo intento Spur por defender el empate que mostraba el marcador. Sturridge, desapercibido hasta entonces, se erigía en la principal amenaza para los de Villas Boas y provocaba el caos en la defensa visitante. Los minutos pasaban pero algo intangible hacia pensar a la parroquia Red que el gol de la victoria llegaría. Esa comunión entre equipo y supporters. Esa conexión que ha hecho grande el nombre del Liverpool Football Club, tomaría forma en el minuto 82.


Anfield fue una fiesta. Luis Suárez era objeto de un penalty tan claro y evidente como innecesario por la inexplicable carga de Assou-Ekoto sobre el delantero de Salto. El penalty era de una claridad incontestable y el colegiado no dudó en señalar el punto de los 11 metros. La tan anunciada fiesta de los supporters cuando a Suárez le fuera señalado un penalty, se cobraba una tensa espera hasta ver si la máxima pena se materializaba en gol. La oportunidad bien lo merecía. Algo demasiado importante estaba en juego. ¿Los 3 puntos? ¿La posibilidad de seguir aspirando a Europa? No. Estaba en juego la realidad de sentir de nuevo el significado de ser el Liverpool Football Club. ¿Y quién mejor para confirmarlo que Steven Gerrard? Gol. Extásis. Historia.

Una victoria para el largo plazo. Una victoria que va más allá de 3 puntos. Un equipo que ha hallado un carácter ganador que ya pudo ser reencontrado la noche europea del Zenit, pero que el destino le arrebató. Esta vez se superó el destino. El Liverpool Football Club es superior a todo eso. Esto es el Liverpool. Esto es Anfield. Esto es historia.


LA FICHA DEL PARTIDO.

10 de Marzo del 2013

LIVEPOOL 3-2 TOTTENHAM

LIVERPOOL:  Jones, Johnson, Carragher, Agger, Jose Enrique, Gerrard, Lucas, Downing, Suarez, Coutinho (Allen min.59), Sturridge (Henderson min.88).

TOTTENHAM:  Lloris, Vertonghen, Dawson, Walker, Assou-Ekotto (Carroll min.90), Parker, Bale, Sigurdsson, Livermore (Holtby min.84), Defoe, Dembele.

GOLES:
1-0 Luis Suárez 22'
1-1 Vertonghen 45'
1-2 Vertonghen 53'
2-2 Downing 66'
3-2 Gerrard (p) 82'

ARBITRO: Oliver. Amonestó con amarilla a Carragher por el Liverpool y en el Tottenham a Vertonghen

ESTADIO: Anfield, 44.752 espectadores.


"KING" KENNY DALGLISH: Liverpool FC. Equipo y afición merecen el premio a lo mejor del partido en la tarde de hoy. Todos empujaron hoy para conseguir una victoria que el tiempo dirá si crea  un punto de inflexión en la más reciente historia del club. La forma, la dificultad del rival y el momento, así parecen confirmarlo.


CALIDAD JOHN BARNES: Suárez- Downing. La garra que demostraron ambos jugadores les hacen acreedores al unísono del galardón. Ambos acabaron el encuentro absolutamente desfondados por el esfuerzo realizado y ambos anotaron. 


CALAMITY JAMES: Assou-Ekoto. La acción del penalty que puso en bandeja la victoria de los de Anfield fue tan infantil, como determinante. No se puede cometer una pena máxima de una manera tan torpe y clara, y en un momento tan trascendental del partido. 

RAZOR RUDDOCK: Dembele - Suárez. Al final del encuentro ambos jugadores protagonizaron un rifi-rafe en el mismo césped que no acabó en mayores. No se sabe bien si fue el mal perder, o el mal ganar. Lo cierto, es que el incidente pudo haber ensombrecido una tremenda tarde de fútbol, sin lograrlo.

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