Transfer News: Iago Aspas, gol, velocidad y ganas de no dejarse ganar.

by - junio 14, 2013

Iago Aspas, con el genio y la clase del Zar Mostovoi




El Liverpool se hace con los servicios del jugador celtiña. Tras ser estandarte del cuadro celeste llega al equipo red para ofrecer su habilidad, rapidez y argumentos para ser una de las revelaciones del campeonato, sino al tiempo. En Liverpool le espera un amante del fútbol español, Brendan Rodgers. Estamos seguros que sabrá encontrarle el sitio en el once y él encontrara su sitio en la afición red. Seguro que el Puente de Rande esta vez une a Vigo con Liverpool. 

Por Jorge Olmos (@george_olmos)

Con tan solo 25 años llega al Liverpool el mediapunta Iago Aspas, un chico que se ha criado en un ambiente muy familiar y futbolero. El más pequeño de los Aspas se ha criado a la orilla del Océano Atlántico, en Moaña, una localidad de unos 20.000 habitantes. Quizá por las dureza meteorológica, Iago es un reflejo de su tierra, que siempre le ha marcado. Sus tres hermanos daban patadas a un balón por aquellas calles. Iago podría ser ese niño del que tanto hablaba Serrat en su canción, los garajes de la localidad pontevedresa de Moaña seguro que pueden dar cuenta de ello. Galicia y Liverpool ya tienen una razón para estar unidos y no sólo por el gran océano, sino por este torbellino moañés, tranquilo fuera, pero un luchador dentro del campo. No echará de menos el clima gallego, Liverpool le recibirá seguro con esa lluvia fina, que a veces le hará recordar a su tierra. Aunque seguro que si algún día se acerca a Wirral y a su playa, no será igual que en su tiera donde su madre María Juncal  baja día tras día a marisquear desde los diez años en A Xunqueira. Cambiará esos autobuses Castromil, por los autobuses que salen desde el Albert Dock. No será como ese puerto de Vigo, pero seguro que Liverpool como las gentes de Galicia le acogerán en su seno como hace cualquier gallego al llegar a esa tierra. Seguro que echará de menos a su familia, la casa de sus padres estaba al lado de la suya, los amigos, las partidas de cartas, los 20 kilómetros hasta Vigo y ese olor a eucalipto que te recibe en sus montes. 


Desde pequeño, playa, fútbol y Celta de Vigo han sido un todo para Iago.

Iago es una de las banderas de la cantera de A Madroa. Con siete años ya comenzó a darle al balón, con su hermano y unos amigos, al lado de su casa. A los buenos siempre les espera algo grande y aquellos que están tocados por una varita mágica, siempre salen a relucir, pero las cosas no fueron fáciles. De pequeño su obsesión era el fútbol, grandes broncas se llevó de su madre por llegar tarde. No podía parar ni aunque le quitaran ese balón, él hacía su balón con periódicos y seguían dándole a cualquier forma esférica. Su oportunidad llegó con Manuel Palmás, un mariscador que acudía al campo que estaba al lado de la casa de los Aspas y que organizaba torneos con los niños de Moaña. Palmás  fue su descubridor, él puso un granito de arena, el sueño de que Iago estuviera más cerca de Balaidos era posible. Hizo las pruebas, pero su corta edad, ocho años, no era apta para las categorías celestes en ese día en el que él estuvo, ya que fue un día  para niños de 10 años, mintió y cuando volvía a casa en el coche, todo parecía que se nublaba, había mentido en cuanto a su año de nacimiento. Sin esa mentirijilla nunca podría haber hecho las pruebas. Tras esto llegó un pero más, el calzado no era el adecuado, como recuerda el propio Iago “El campo era sintético y yo, que sólo había jugado en el pueblo, únicamente estaba acostumbrado a campos de tierra. Además, llevaba unas botas lisas con las que me caía constantemente. Pensé que había salido mal”


Tras las pruebas, rehízo el camino a Moaña, sin saber que el camino que hizo aquel día lo haría durante una década. Aquella mentira se cernía sobre el pequeño Iago, pero su calidad y desparpajo no hizo dudar a los técnicos del Celta de Vigo, tras confesar el pequeño de los Aspas su edad “Ese día sólo era para los nacidos en 1986 y cuando me dijeron que yo no podía hacerla me eché a llorar. Al final me permitieron hacerla, me cogieron y al firmar tuve que decirles que yo era de 1987". Con 8 años recalaba en la cantera celeste, aquellas lagrimas que recorrían su rostro, con Palmás a su lado, pasaban a esa sonrisa que nunca le abandona, aquella mentira piadosa dio paso a un gran jugador. El niño que soñaba con ser como su ídolo Alexander Mostovoi, lo tenía más cerca.

Iago y su hermano Jonathan, dos Aspas que no olvidan sus orígenes. 

Aspas se iba haciendo jugador de fútbol, con su carácter díscolo, que nada, ni nadie, le hizo cambiar, hacía que se pensará que su carrera se quedaría en tan solo un proyecto de jugador, mientras su hermano Jonathan Aspas (ahora representante del propio Iago) crecía en el cuadro celeste. El camino de Iago en vez de ir en paralelo al de su hermano se fue torciendo por ese carácter que también le hizo llegar a donde está. No dejarse doblegar por nada y nadie. En estas edades y tras no contar con muchos minutos en categoría juvenil y pensar en dejarlo todo, el coordinador de la cantera, el mítico portero celtiña Javier Maté, le convenció y lo mandaron cedido al Rápido de Bouzas. En vez de calmarse, todo parecía que se torcía una vez más,  su carácter no se apaciguaba. El diablo que llevaba dentro aparecía en demasía.


Mostovoi y Aspas, dos genios, dos caracteres, dos inconformistas. 

Al terminar dicha cesión, volvió al Celta  de Vigo, allí comenzó a pensar que debía cambiar su mentalidad en lo que pudiera. Para poder pisar el verde de Balaidos debía recapacitar. Su apariencia liviana y su velocidad eran como cuchillo en mantequilla, electricidad y habilidad en sus acometidas desde la banda hacía el medio, las defensas rivales se echaban a temblar. Sus números no pasaron desapercibidos para Eusebio Sacristán, técnico del Celta de Vigo al final de la temporada 2008-2009 en la que todos los esfuerzos de una vida familiar, se veían reflejados en aquel partido en Salamanca. Por fin llegó su oportunidad, pero su momento llegó cuando el Celta se desangraba y necesitaba que surgiera cual Ave Fénix de sus cenizas. El Alavés fue la victima de aquel debut de Iago en Balaidos, en la segunda parte del encuentro entraba Iago Aspas, cuando todo parecía perdido a diez minutos del final, su amigo, aquel con quien había estado en las categorías inferiores, Dani Abalo, le servía un centro desde la banda, Iago Aspas con un gran remate de cabeza llevaba la locura a las gradas de Balaidos, pero parecía que aquellos nubarrones que se cernieron sobre Iago Aspas en aquella mañana con ocho años regresaban, los vitorianos empataban, todo abierto, todo complicado, pero como os hemos dicho, Iago es un luchador, es inconformista, no iba a dejar caer a ese equipo, que iba a verlo de pequeño con su padre, en el pozo y apareció como una centella en un cielo lleno de estrellas, marcaba el 2-1 y aquel cuento se hizo realidad por unos minutos “Era mi primer partido en casa. Había ido convocado muchas otras veces, pero siempre me había quedado sin jugar. Y aquel debut todavía sigue siendo la mayor alegría de toda mi carrera. Hacer eso delante de 30.000 personas, con todo lo que había en juego… fue lo máximo”.


Tras aquello Iago ha ido quemando etapas. Su Celta de Vigo subió de Segunda a Primera gracias a sus goles (23) y hasta hace más de un año aún no era indiscutible en el Celta de Vigo, tras la marcha de Eusebio Sacristán que le dio la confianza y los minutos necesarios. Tras la salida del de La Seca, se encontró con uno de nuestros ex entrenadores, Paco Herrera, que ha ido moldeando al jugador de Moaña, le reconvirtió en un puñal, en cualquier banda era un peligro para el equipo rival. Comenzó a poner su meta en generar fútbol más que en terminarlo, pero sin perder un ápice de su mentalidad goleadora, pero lo que no pudo hacer ningún entrenador es domar ese carácter y esa manera de jugar de barrio, de pisar el balón, que le hacen un jugador distinto.


Fue el máximo goleado español en la anterior temporada. 

Se fue haciendo con un puesto y aquel número diez que vestía su ídolo Mostovoi, ahora lo portaba Iago en su espalda. Su carácter recuerda al “zar” que domino Europa desde el norte de España a los confines del mundo: "Quería ser como Mostovoi. Me identificaba mucho con él porque jugaba de mediapunta, como yo, y tenemos otra cosa en común: el mal genio". Antes de irse quiso hacer su último servicio para el cuadro celeste, dejar a su Balaidos y su Celta de Vigo una temporada más en Primera División, el pase del gol a Natxo Insa y su lucha por esos colores, hicieron que el cuadro celtiña se salvara. Mucho le queda por hacer a Iago Aspas, seguro que Brendan Rodgers, amante del fútbol español, le guiará por el buen camino y le veremos explotar en una liga como al Premier. Cuando cada mañana los nubarrones negros de Inglaterra se asomen por su ventana, no pondrá mala cara, sonreirá,  porque recordará su tierra, su Moaña, los Castromil, las playas de salvajes de la Ría de Arousa y del Atlántico, los partidos en campos del Keniata, las partidas de cartas, las comidas de su madre, su gente, los eucaliptos, las bateas, los mejillones que tanto le gustan, pero sabemos que no será presidente del Celta de momento, pero como dijo hace un tiempo sobre la Premier League  "La Liga inglesa me gusta y la sigo todas las semanas, no voy a engañar a nadie, pero me costaría más aclimatarme más a esta liga que a un equipo de la Liga española, más que nada por el idioma. No descarto jugar en Inglaterra como tampoco descarto ser presidente del Celta de Vigo. No sé qué va a pasar” Nosotros si lo sabemos, esto acaba de empezar y aquí te cuidaremos. Ayer y siempre corazón celeste, hoy y mañana corazón red. 




Bienvenido Iago, bienvenido celtiña.



You May Also Like

12 comentarios