La firma invitada: "La" rivalidad.

by - agosto 30, 2013


"La" rivalidad.



Estaba yo con una de esas historias mías que escribo porque pretenden ser pero a saber si serán algún día, cuando recibí la invitación de Jorge-George Olmos para asomarme por “Esto es Anfield”. Me encantó la propuesta, pero ¡caray! El bicho a lidiar no era pequeño, la rivalidad con el Manchester cara al próximo domingo.


José Antonio Pastor. 

Me puse a darle vueltas, que si la revolución industrial, que si el canal artificial, que si los impuestos… hasta que me dije; ¡Paxtor! Be yourself, un escritor turulato…

Módena y Bolonia, son dos ciudades italianas que distan la una de la otra 54 kilómetros -33’8 millas aproximadamente ¿os suena?-, y mantienen una histórica rivalidad desde tiempos medievales. Todo por cosas que nos resultan tan ajenas como que Bolonia era ciudad güelfa y apoyaba al Papa, y Módena era más partidaria de los ghibellinos. Extenderme en esta cuestión histórica me llevaría  a que acabarais de mí bien hasta los mismísimos güelfos o hasta los tiernos ghibelinos…. Porque lo interesante viene de las dos historias que muestran hasta qué punto la rivalidad puede llegar a ser… Juzgad vosotros mismos.



La leyenda de los tortellini.

Cuentan que tres dioses del Olimpo, fueron enviados a resolver los conflictos entre estas dos ciudades; concretamente se encargó del asunto a Marte, Venus y Baco, ahí es nada la delegación… Total que, durante su viaje, se alojaron en una posada local en la frontera entre las dos ciudades, en Catelfranco Emilia, que viene a ser como si entre Manchester y Liverpool se quedaran en Winwick (Warrington), que he calculado con el Google maps, y está a mitad de camino. En esas estábamos cuando resultó que el anfitrión posadero, quedó fascinado por la belleza de Venus y no pudo resistir la tentación de espiarla en su cuarto a través del ojo de la cerradura. No debía ser la primera vez que lo hacía –de hecho estaba tuerto- pero esta vez se quedó a dos velas, nunca mejor dicho, porque le resultó imposible observar la inabarcable belleza de la diosa, aunque sí pudo contemplar su delicioso ombligo (lugar en el que, todos sabemos, emana la lujuria de la mujer). Así de excitado quedó el tabernero que, bajando a la cocina, se puso a retorcer la pasta que estaba cocinando, intentando imitar en la masa de hojaldre el ombligo que acabada de subyugarle. 

Por esta razón los tortellini también son llamados el ombligo de Venus. Y son mejor valorados cuanto más se parezcan a la lasciva cicatriz de la diosa mentada.

Tradicionalmente, los tortellini se consideran un plato eminentemente bolognesi, pero no están nada de acuerdo los modenesi, y de hecho es una de las máximas expresiones de rivalitá entre ambas ciudades.

La otra historia es bastante más lamentable y es que además, es real e histórica

El infeliz y vil cubo de madera… O como lo conocen allí: El "Secchia rapita"

1325. Imaginemos que estamos en la sangrienta ofensiva de Zappolino, un 15 de noviembre, viernes para más inri. Pim, pam, pum… casi 35.000 soldados de infantería y 4.000 de caballería, se están dando leña sobre el campo de batalla. Bolonia es muy abusona e invade mucho, pero que mucho a Módena. Para desdramatizarlo todo, imaginemos que su jefe se llama Howarddo Webbi y el acoso alcanza al castillo de Zappolino, cercano a la colina de Monteveglio. La batalla dura pocas horas… pero acaba con la victoria imprevista del ejército modenés, numéricamente inferior al adversario. A las tropas boloñesas de Webbi no les queda otra alternativa que escapar ante los ejércitos victoriosos modenesi. Los triunfadores, en su persecución, alcanzan casi la ciudad de Bologna. Pero el prudente Capitán de sus ejércitos, Brendando Rodgerii, consciente de la imposibilidad de conquistar la gran ciudad, queda saciado y satisfecho robando, como trofeo, un vulgar cubo de madera que encuentra en un pozo, cerca de la Porta San Felice. 

Unos meses después de que los diplomáticos firmen la paz entre las partes y se devuelvan tierras y castillos a cambio de grandes sumas de dinero, llega el momento de preguntar por el cubo. Y ahí es donde Brendando le dice a Webbi.

- “Quiero parao”. Una cosa son los castillos y las tierras, pero el cubo se queda aquí.

Y se quedó, y está aún allí, en el ayuntamiento de Módena.



Quiero decir con esto…. Que las rivalidades están bien mientras sean leyenda, mientras sean folclore, divertidas y… Lo demás llega a veces al absurdo… y no merece la pena.

Yo el sábado espero que gane el mejor, y que el mejor sea el Liverpool.

Espero que el tabernero que vio a la bella Venus fuera un scouser… y también que sepan los de Manchester, que nosotros tenemos 5 “cubos de roble” en nuestras vitrinas… y ellos sólo 3…Pero sin rencor, ¿eh? Al fin y al cabo, según dice la RAE, la rivalidad es tan sólo una enemistad producida por emulación o competencia muy vivas.

¡Que siga viva! ¡Viva!          


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