El resurgir de un grande.

El Liverpool sorprendió al mundo futbolístico con una temporada en la que nos hizo soñar y donde se quedaron a penas a las puertas del cielo. Muchísimos fueron los factores participes del enorme salto del séptimo puesto al segundo en cuestión de un año: el factor Anfield, donde solo se perdieron 2 partidos en la temporada, el poder aplastante de la dupla SAS, el hambre e inpiración de la juventud en el equipo, la estupenda adaptación de Gerrard a una posición que le permitirá preservar sus piernas un poco más. Todo esto contribuyó a que se cumpliera el objetivo del Top 4, uno que a principios de temporada se antojaba complicado, y que luego de la enorme temporada del equipo, pareció un premio algo corto considerando que se estuvo a un paso del título.

Una temporada en la que desde mi punto de vista persona, he visto el mejor fútbol que le he visto al Liverpool desde que tengo memoria, considerando que solo he visto a la aplanadora de los 80s en DVDs o clips. Los Reds maravillaron a Europa con un fútbol ofensivo que fue verdaderamente entretenido y vistoso. El objetivo era entrar en el Top 4 y volver a la Champions League, y de entrada parecía bastante complicado ante las millonarias plantillas del Chelsea y Manchester City, los campeones defensores del Manchester United, el siempre presente  Arsenal y un Tottenham que a pesar de vender a su mejor jugador  había adquirido prácticamente que un equipo nuevo gastando más de 100 millones de libras. Pero cualquier expectativa inicial por parte de la afición Red fue enormemente superada y con creces en lo que terminó siendo una temporada marcada por el resurgimiento de un grande.

La dupla SAS fue la punta de lanza de un ataque casi imparable, Luis Suárez y Daniel Sturridge se cansaron de juntarse y marcar, y ambos supieron responder ante la ausencia de uno o el otro. Gerrard lo hizo todo, se adaptó a una nueva posición y volvió a ser protagonista siendo ese líder incansable que nos ha inspirado por años. Rodgers encontró en la juventud de jugadores de Flanagan y Sterling lo que no pudo hallar en los fichajes de Alberto, Aspas ó Moses. Y a pesar de que luego de alcanzar la punta en las navidades, dos derrotas en Stamford Bridge y el Etihad dejaron la moral muy golpeada, pensando que al final la garra no alcanzaría hasta el final, llegó al año nuevo y el sueño inició. Victorias memorables ante grandes rivales como Arsenal, Spurs, United y City nos dieron a oportunidad a muchos de sacar pecho y disfrutar de ello, no solo por el hecho de las victorias contundentes, sino también por el hecho de decir que jugábamos el mejor fútbol de la Premier.

Al final las victorias llegaban una tras otra y nos empezamos a creer que la derrota nunca llegaría, pero en un resbalón donde el fútbol demostró cuan cruel y despiadado puede ser, considerando su protagonista, nos bajó a la tierra, y en una temporada donde en un principio se veía complicado alcanzar el cuarto puesto, se terminó con algo de decepción por terminar segundos. Pero esta no debe ser recordada como la temporada en la que el Liverpool perdió la liga por nada, sino por la temporada en la que el Liverpool resurgió y le devolvió a su afición la ilusión que se había perdido con los años.