El año I de Jürgen Klopp en Anfield
Resumen de la temporada 2015-2016.
Por Javier Cordero (@Javi15195)
Tras sufrir la baja de Suárez y el declive de Gerrard, Brendan Rodgers optó por un giro de guión inesperado con respecto a la filosofía que le había hecho aterrizar en Anfield. Fue consciente de que no podía sumar a ese juego muy ofensivo y de posesión un mayor poderío defensivo. Incorporó la línea de tres centrales, sujetó mucho a los pivotes y dio rienda suelta a los futbolistas más talentosos en ataque: Lallana, Coutinho y Sterling. El rendimiento no fue todo lo bueno que podía ser dados los recursos disponibles. La quinta posición no ocultaba los defectos más marcados: dificultad para sacar partidos adelante y un nivel paupérrimo en todo lo concerniente a lo táctico. Una imagen anodina que poco se parecía a la mostrada las dos temporadas anteriores.
Con otro año de margen para confeccionar un equipo más fiable, la directiva puso a disposición una cuantiosa cifra para inventir en el mercado. Se consiguió buena materia prima: jóvenes promesas, experiencia a coste cero, refuerzo en alguna posición en crisis, fichajes de cierto renombre... Pero nada pudo remediar lo que estaba escrito. Las sensaciones eran similares o peores a lo vivido la temporada anterior. Sin establecer un punto de partida en sus alineaciones y planteamientos, mucho dinero invertido y un balance de tres victorias y cuatro empates durante las nueve primeras jornadas, Brendan Rodgers dejó el cargo en el que había permanecido poco más de tres años.
UNA ESPERANZA EN JÜRGEN KLOPP
Inmerso en una nueva crisis institucional y carente de la figura de un líder a ras de césped, el fichaje de Klopp fue una gran estrategia del Liverpool para (a corto plazo) apaciguar los nervios e inseguridades que se habían apoderado de la situación en los últimos 18 meses. Técnico y club parecían destinados a unirse y comprenderse. Una relación simbiótica en la que cada uno ofrece todo lo necesario para beneficiar y satisfacer al otro. Dos corazones que sienten el fútbol de manera semejante y que también comparten valores. Nunca necesitaron ver a los mejores jugadores vestidos de rojo sino gente comprometida e involucrada con la causa.
Todo este cúmulo de factores afectaron a la energía del equipo, acrecentada en los próximos encuentros que dirigía el alemán. Las primeras puestas en escena que ofrece vienen condicionadas por las lesiones, así que le lleva a dibujar sobre el terreno de juego una especie de 4-3-2-1 destinado a poblar y fortalecer la zona ancha y recuperar los balones en esa porción de campo. Mediante un juego intenso y agresivo, se creaban partidos más disputados y con mayor predisposición a limitar al rival que a ocultar las carencias latentes, al contrario que en los últimos meses de Rodgers. Ahogar al rival y evitar que sumase diez pases seguidos le mantenía más tiempo con vida durante los partidos. Sin llegar a solventar muchos encuentros, victorias en Stamford Bridge y Etihad dieron moral al Liverpool en el inicio del camino.
LA DEPRESIÓN INVERNAL
Sin embargo, la nube de algodón en la que viajaba el Liverpool no tardó en romperse. A Klopp apenas le había dado tiempo a detectar los pilares de su nueva plantilla cuando la realidad competitiva les situó en su lugar correspondiente, en el de un equipo al que apenas había podido echar raíces. Con el tiempo corriendo en su contra y la exigencia del calendario, mostró su versión más inofensiva y frágil. La falta de fundamentos con la pelota provocaba reflexionar demasiado el pase, conllevando más lentitud y previsibilidad en cada ataque organizado. Coutinho y sus socios no recibían ninguna pelota en ventaja y su fúthol se minimizaba. En defensa, descordinación en la presión y algunos malos vicios de otras temporadas. Todo este proceso es inevitable en muchas ocasiones, por lo que el transcurrir de las jornadas sería el antídoto a tanto mal. A partir de varias experiencias negativas en Premier League, el Liverpool fue adquiriendo hábitos competitivos y perfeccionando su modelo de juego.
"Lo más importante ahora es que juguemos con nuestro propio estilo y confiemos en nuestra gente", decía Jürgen Klopp a su llegada a Anfield.
REINVENTANDO A FIRMINO
A sabiendas de los problemas para intimidar al rival en los últimos metros, Klopp decidió introducir algunas modificaciones en su manera de atacar. Faltaba claridad para surtir de juego a la mediapunta y los ataques eran más pausados y con menor veneno. La crisis se vio potenciada cuando Sturridge se iba recuperando poco a poco de la lesión y Origi aún no entraba demasiado en la dinámica. Benteke no contaba, así que Klopp encontró en Roberto Firmino* a su hombre de confianza para la delantera. Dicha reinvención aportó luz en el peor estado de forma de los reds. El brasileño aportó otra cara. A una muy buena comprensión del juego le acompaña mucha movilidad, dominio del espacio reducido y un toque decisivo asistiendo o marcando. Él era la primera opción de pase cuando Moreno y Clyne ganaban metros por fuera, el encargado de despertar a Coutinho y Lallana para que comenzaran a moverse, juntar al equipo en campo rival y sacar a los centrales para así generar espacios para la segunda línea. Cuando tuvo que desenvolverse como falso delantero centro, tenía casi asegurada su presencia en la foto del gol. Una solución bien potenciada por Jürgen y necesaria para sobrevivir en los duros meses de diciembre y enero al noroeste de Inglaterra.
Firmino marcó 7 goles y repartió 5 asistencias en los 11 partidos que se desempeñó como 'falso 9'.
WEMBLEY: CUATRO AÑOS DESPUÉS
Jugar en Wembley es un privilegio que pocos futbolistas en el mundo tienen la suerte de realizar. El monumento al fútbol de Londres solo abre sus puertas y se engalana los días de fiesta. La final de la Capital One Cup es una de las citas importantes y ha adquirido un valor especial para el Liverpool. El premio se peleo sobretodo con mucha fe, ya que el rendimiento fue irregular durante la competición, en la que Klopp alternó alineaciones repletas de futbolistas no habituales con otras que aunaban juventud y experiencia competitiva. Al ser la gran mayoría partícipes del éxito, el equipo sintió la competición como una manera de saldar la deuda con la afición. Ganar el título aquel 28 de febrero maquillaba en cierto modo una temporada repleta de contratiempos y dificultades.
Por su parte, Europa pasaba por aquella victoria y Klopp era consciente de ello. Conocía bien al Manchester City, tenía disponibles a casi todos sus pilares para el partido y la plantilla afrontaba la cita con muchas esperanzas para conseguir el trofeo. Su actuación dio muestra de ello. Tras un 0-1 abajo hasta el minuto 49, el Liverpool agarró la posesión y jugó la mayor parte del tiempo el territorio citizen. Klopp necesitaba agitar movió el banquillo. Lallana por Moreno, Milner lateral izquierdo; Firmino fuera y Origi dentro. La intención era forzar el error, presionar arriba y aplastar contra su portería al City. Los reds aún estaban atravesando un bache futbolístico y no dieron lo esperado. Con más corazón que cabeza anotaron el empate y llegaron hasta los lanzamientos de penalty. La presión hizo mella y el título voló a Manchester.
En una etapa oscura y de transición, la Capital One podía ser la rampa de lanzamiento para un equipo carente de ambición y de posibilidades para disputar finales. La temporada parecía quedar vacía, sin unos objetivos claros y vagando cerca de la mitad de la tabla. Sin tiempo para reflexionar demasiado acerca de lo sucedido, la Europa League y el Manchester United llamaron a la puerta.
UNA EUROPA LEAGUE PARA RECORDAR
La trayectoria de los reds por Europa esta temporada era impensable. En la cabeza de los futbolistas solo estaba el United, que había seguido una línea similar a la de su eterno enemigo ya no solo esta temporada, sino en los últimos años. Dos grandes venidos a menos, lejos de luchar codo a codo por la Premier y sin jugar Champions. Por ello, el prestigio está más en juego que nunca y en tales circunstancias, hace sacar pecho a los jugadores y se hacen notar más que nunca por el significado de este enfrentamiento. Una eliminatoria de las grandes, con un marcado acento inglés en cuanto a ritmo, intensidad, choques y transiciones. Los reds consiguieron el pase sin sufrir demasiados apuros en el cómputo global.
Lo sorprendente llegó después. El Liverpool no tenía nada que perder y los rivales a los que se enfrentaba tenían mucho en juego en sus respectivas ligas. Al contrario que en años anteriores, un torneo de eliminatoria sería el objetivo primordial del club. Una travesía llena de obstáculos pero con un codiciado premio al final: una plaza para la Champions. En base a un crecimiento de autoconfianza, determinación y en el ámbito táctico, Liverpool creyó en sus posibilidades.
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Perder la final fue un duro golpe para la afición, apagada en la segunda mitad como todo el equipo. Realizó un buen primer tiempo, Sturridge puso el 1-0 y pudieron ser más. Lo desolador vino después. El Sevilla es un todopoderoso de la competición y en el segundo tiempo de Basilea jugó como tal. No solo replicó con un gol tempranero de Gameiro si no que tomó el dominio de la situación e hizo sentir al Liverpool muy pequeño. La manera de desenvolverse en estas situaciones fueron muy dispares: la experiencia decantó la balanza. Muchos futbolistas no habían jugado una final hasta el 2016 y el manejo de los nervios y las situaciones adversas fue diferencial.
Jurgen Klopp, tras la final de UEL: "Estamos muy frustrados esta noche pero debemos seguir adelante, tenemos que utilizar esta experiencia para crecer. Soy el responsable de lo ocurrido esta noche y de no estar en competición europea la próxima temporada, pero debemos aprovechar el tienpo juntos y prometo que volveremos más fuertes".
- Entidad esperanzada. La comunión entre afición, entrenador y equipo es total, algo mecesario para seguir adelante. Todos se sienten identificados con el proyecto, una forma de entender el fútbol muy acorde a lo que Klopp siente y una hinchada que le comprende y le admira.
- Lecciones para una plantilla inexperta. Pocos jugadores han podido disputar con frecuencia partidos de élite ni vivir situaciones relacionadas a ello. Esta temporada el crecimiento ha sido grande em la materia. Finalmente no fueron experiencias positivas pero les ayudará a afrontar la adversidad con más temple en los momentos decisivos. Aprender a perder para saber cómo ganar.
- Diseño de jugadas a balón parado. Este factor no parece ser trascendental pero al contrario: cuidar tal detalle ha dado victorias de mucho peso. A diferencia de la anterior etapa, Klopp utilizó la pizarra en córners y faltas laterales desde el primer momento, algo de lo que sacar provecho en las primeras fechas en las que el Liverpool no encontraba el gol fácil. James Milner y su fenomenal golpeo de balón han resultado decisivos en alguna ocasión.
- Coutinho apunta. El paso adelante del brasileño esta temporada ha sido notable y satisfactorio para los intereses del equipo. Faltó otra vez el hecho de tener un delantero sano y capaz de alcanzar 20-25 goles por temporada, así que la responsabilidad goleadora debía caer en más de dos hombros. En este aspecto, Coutinho respondió y ha sabido rentabilizar mejor su desborde, las conducciones y el chut desde media distancia. Ha hecho acto de presencia en momentos decisivos y ha superado la barrera de los 10 goles en esta 2015/2016.
- Emre Can, centrocampista de largo alcance. El alemán por fin se asentó en el centro del campo y enseñó a Europa que está ahí para kigar contra los mejores. Gerrard dejó una profunda huella, es posible que Henderson arrastre problemas físicos próximamente (¡las lesiones!) así que el puesto corría peligro. Con el alemán, el tema de bregar, abarcar muchos metros, tener fuerza física , ganar metros conduciendo buscar el desplazamiento largo parece solucionado. Un abanico de recursos para imprimir intensidad y verticalizar el juego de los reds. Un todoterreno de 22 años con mucho que demostrar.
PUNTOS NEGATIVOS
- La peor Premier League en años. Los inconvenientes sufridos a lo largo de la temporada no evitan calificar negativamente la actuación del Liverpool en Premier, que ha igualado la octava posición lograda en 2012 y repite la peor plaza en los últimos 10 años. A Klopp le costó un tiempo ordenar sus ideas y plasmarlas en un equipo afectado. Cuando lo hizo, sacó menos renta de la necesaria de algunos de sus puntos fuertes (más calidad en el banquillo que el rival para girar el encuentro, p.e.) y dejó escapar demasiados puntos, especialmente en Anfield.
- Demasiadas lesiones. Un mal que ya castigó al Liverpool durante el inicio y que se intensificó a partir del cambio de entrenador. Esto también puede repercutir en el estado físico del futbolista, que se ve obligado a adaptarse lo más rápido posible a una nueva metodología de trabajo con otro tipo de volúmenes de carga muscular. Todo elló derivó en una plaga de lesiones que privó al Liverpool de estabilidad y se convierte en una de las causas del primer punto, anteriormente descrito.
- Sin Europa la próxima temporada. El billete para jugar competición europea pasaba por ganar alguna de las finales pero no fue posible. Atraer jugadores de gran status es más difícil si no la disputas o lo que es peor: encontrarse precios inflados por jugadores del segundo o tercer escalón mundial. A Klopp y a la secretaría técnica les espera mucho trabajo en el mercado de fichajes para localizar piezas aptas económica y deportivamente
- Rendimiento defensivo. Klopp ha hecho casi todo lo que está a su alcance para dotar de una buena estructura al Liverpool, especialmente a la hora de defender. Ha dejado buenas actuaciones ante equipos poderosos en ataque pero la realidad es que sigue con muchos problemas. Con cerca de 30 errores defensivos cometidos durante la temporada, es el club de la élite europea que más penaliza sus fallos atrás con superioridad aplastante. Con poco fondo táctico en su interior y falta de calidad, algunos futbolistas han condicionado negativamente. La desaparición de Skrtel, un Mignolet que sigue mostrando lo mejor pero también deja ver déficits graves... El hecho de presionar más arriba les ha dado más opciones de participar menos y por lo tanto de exponerse al error, pero es tan largo y profundo el problema que es difícil atajarlo a corto plazo.
- Mamadou Sakho. Al central francés podemos ponerlo en el cupo de nombres citados anteriormente, pero como todos sabemos, no ha tirado por la borda el trabajo del Liverpool si no el suyo propio. Estaba en el mejor momento desde su llegada (jugaba más calmado, sumó goles decisivos, se empezaba a entender con Lovren...) y una sanción por dopping de la UEFA le ha mantenido fuera en el punto clave de la campaña. Ahora, parece más sentenciado que nunca.
SIETE MESES EN ANFIELD
La decepción por no haber conseguido un título sigue vigente. Un grande siempre necesita títulos y eso pesa a nivel psicológico, especialmente si es una competición europea donde juegas contra los mejores. Pero el fichaje de Klopp ha sido positivo en un aspecto más hondo y significativo. En los últimos años, la paciencia es una virtud de la que pocos han podido sacar partido. Tampoco el fútbol la desarrolla, así que el hecho de encontrar estabilidad es más complicado. El objetivo de su llegada no es otra que hacer las cosas bajo unos criterios unificados, con sentido común y reflexionando sobre cada decisión tomada. Con un proyecto enfocado al medio y al largo plazo, los méritos y el rendimiento es impropio para su precodidad. Sin una plantilla diseñada al 100 % a su antojo e inconvenientes de todo tipo, Jürgen asumió el reto con naturalidad y dio una imagen muy distinta a la que el Liverpool mostraba poco tiempo atrás. Usando 25-30 futbolistas desde octubre a esta parte y sin una preparación tan buena como muchos de sus contrincantes, peleó dos títulos y recuperó a los mejores futbolistas para el tramo decisivo del año. Tiempo suficiente para demostar que es un grandísimo entrenador y que el Liverpool ya tiene, por fin, una razón de ser.
Jürgen Klopp: "debemos cambiar a los escépticos por creyentes".
La decepción por no haber conseguido un título sigue vigente. Un grande siempre necesita títulos y eso pesa a nivel psicológico, especialmente si es una competición europea donde juegas contra los mejores. Pero el fichaje de Klopp ha sido positivo en un aspecto más hondo y significativo. En los últimos años, la paciencia es una virtud de la que pocos han podido sacar partido. Tampoco el fútbol la desarrolla, así que el hecho de encontrar estabilidad es más complicado. El objetivo de su llegada no es otra que hacer las cosas bajo unos criterios unificados, con sentido común y reflexionando sobre cada decisión tomada. Con un proyecto enfocado al medio y al largo plazo, los méritos y el rendimiento es impropio para su precodidad. Sin una plantilla diseñada al 100 % a su antojo e inconvenientes de todo tipo, Jürgen asumió el reto con naturalidad y dio una imagen muy distinta a la que el Liverpool mostraba poco tiempo atrás. Usando 25-30 futbolistas desde octubre a esta parte y sin una preparación tan buena como muchos de sus contrincantes, peleó dos títulos y recuperó a los mejores futbolistas para el tramo decisivo del año. Tiempo suficiente para demostar que es un grandísimo entrenador y que el Liverpool ya tiene, por fin, una razón de ser.
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