Los Reds llegaban al encuentro en Anfield ante el Swansea con una consigna, repetir lo hecho ante el City en el Etihad. Y es que el Liverpool de estos tiempos tiene una adicción, un mal hábito; el de hacer lo más difícil, lo improbable, y fallar cuando pinta más difícil hacerlo. Es un proceso de rehabilitación complicado pero tras trabajadas victorias al hilo ante el Bordeaux y ante el Swansea, los primeros pasos lucen bien y de aquí a final de año habrá que afianzar y evitar recaídas ante los usuales protagonistas.
El Liverpool arrancó a mil por hora, a ritmo Klopp, con esa presión asfixiante que no dejaba salir a los Swans con un Lallana y un Ibe sumamente movedizos en el frente de ataque y tras una combinación entre ambos llegó el primer aviso cuando el balón daba en la madera tras una intervención de la defensa.
Antes de que comenzará el encuentro se realizó un minuto de aplausos por Gerry Byrne.
El cuadro galés tomaba aire y Anfied aplaudía a Daniel Sturridge cuando el ‘killer’ del Liverpool se paraba a calentar mientras que Benteke la pasaba mal quejándose constantemente de las marcas físicas de Ashley Williams y compañía. En el fondo Lovren mostraba lo mejor de sí y los kopites se lo reconocieron en repetidas ocasiones ante los oportunas intervenciones del croata.
Gerrard estuvo en Anfield, por momentos fue un partido aburrido en la que tan sólo uno de los dos equipos quería salir a por el resultado.
El segundo tiempo comenzaba quizás con menos de revoluciones por minuto y el partido tomaba una tónica bastante aburrida ante la organizada defensa del Swansea y la ausencia de la magia del 10, pero un penal a favor de los Reds de esos que pueden discutirse sin parar le daba a Milner la oportunidad de marcar su segundo penal en igual número de partidos.
La apertura en el marcador le permitió a Klopp dar minutos a quizás sus dos piezas más importantes detrás de Coutinho, su capitán Jordan Henderson y Daniel Sturridge. Ambos evidentemente faltos de ritmo tuvieron su primera prueba de fútbol competitivo en meses en un partido que se tornó complicado sobre el final para los Reds.
Al final, no se repitió el nivel de actuación ante el City que Klopp y los jugadores tanto insistieron durante la semana que buscarían alcanzar en Anfield. No se sufrió pero si se tuvo que sudar, y es que nadie dijo nunca que romper malos hábitos fuese una tarea sencilla.
El regreso de las figuras.
El capitán y la punta de lanza de los Reds volvieron a pisar el césped de Anfield donde fueron recibidos con emoción y alivio. Han sido largos meses sin dos piezas clave para el Liverpool y en el caso del N°15 fue una espera cruel y traumática ante la constante fragilidad ya que siempre veía como la meta se alejaba al estar tan solo a un paso de cruzarla.
Su labor en los minutos que estuvieron en cancha carecía de trascendental. Les tocó ser obreros para aguantar el resultado, pero lo importante era sumar minutos para coger ritmo. La plantilla de Klopp empieza a coger forma con la vuelta de sus estrellas en un momento en el que en papel no pinta muy complicado pero que en práctica es una etapa idónea para que los Reds construyan momento ante los rivales que usualmente suelen complicarles la temporada, esos de la parte baja de la tabla que le han robado el factor miedo al templo rojo de Merseyside.
Ibe coge protagonismo ante la ausencia de la samba.
Coutinho y Lucas fueron los grandes ausentes el día de hoy lo que se notó mucho, sobretodo lo del 10. El Swansea a pesar de no incomodar mucho en ataque se mantuvo siempre bien plantado en el fondo y la chispa creativa necesaria para abrir la defensa.
A pesar de todo, Jordon Ibe dio muestras su reciente madurez al liderar las ocasiones más claras del Liverpool con sus regates y combinándose bien con Firmino y Lallana. Al final del partido pudo observarse la charla de Jürgen con el juvenil y es claro que el alemán ha depositado mucha fe en él.
El dejar viejas rutinas por otras nuevas siempre tiene sus complicaciones. La plantilla Red es una que debe acostumbrarse a ganar, y no precisamente las citas complicadas, ya que en esas hay práctica ya. El detalle está en ganar cuando se es favorito, cuando la lógica lo indica, a pesar de tener a 11 rivales colgados abajo del arco, eso es algo rivales como el United saben hacer muy bien. Puede faltar el fútbol pero no la efectividad (un gol con solo dos remates a puerta ante el Swansea), pero para lograr eso los jugadores tienen que creérselo, y es algo con lo que Klopp se ha sorprendido mucho, esa falta de confianza y el saber dar el primer golpe al rival con el escudo de la camiseta.
En Anfield el equipo ha adquirido sus malas adicciones, pero no son los únicos. El proceso de rehabilitación parece ir bien dentro de la cancha y en la grada, ya que los ataques de ansiedad que bajaban desde la misma están siendo sustituidos por cánticos nuevamente. Fue necesario un llamado de atención, pero los kopites estuvieron allí hasta el final, defendiendo como una más. Y si, que bueno es ver al Liverpool ganar, en especial cuando vuelves a escuchar a Anfield cantar.