LEIVINHA: UN TÍO GRANDE

by - febrero 06, 2013


Lucas Leiva, de casta le viene al galgo.



Probablemente, uno de los clubes españoles al que más conexiones unen con los “reds” sea el Atlético de Madrid. Colchoneros fueron Fernando Torres o Maxi Rodríguez antes de estampar su firma con el cuadro de Anfield; Pepe Reina, actual portero titular de la primera plantilla, es hijo de uno de los más grandes guardametas que haya dado el fútbol español, el cordobés Miguel Reina, que de 1973 a 1980 fue insustituible entre los tres palos de la portería de los del Manzanares. Y aunque quizás no sea una relación tan conocida en España, Lucas Leiva es sobrino de uno de los más grandes jugadores brasileños de la década de los 70, Leivinha, que durante cuatro temporadas, desde la 75-76 a la 78-79, defendió la elástica rojiblanca de los colchoneros. Pero, ¿quién fue Leivinha?

Por Aitor C. P.

João Leiva Campos Filho nació un 11 de septiembre de 1949 en Novo Horizonte, una localidad perteneciente al estado brasileño de São Paulo. Su trayectoria en el fútbol profesional se inicia muy pronto, en 1965, en el Linense, modesto equipo de la ciudad de Lins, en el oeste del estado de São Paulo, entonces en la serie A2 del Campeonato Paulista. Su aspecto frágil, de “peso pluma”, le vale el sobrenombre por el que, a la postre, será conocido: Leivinha, diminutivo de su apellido.  

Leivinha, tercero en la fila de abajo, en su etapa en el Linense
Su capacidad y habilidad como delantero no pasan desapercibidas a los técnicos de la Portuguesa de São Paulo, club por el que ficha un año más tarde. Durante su etapa en el club, consigue 36 goles oficiales y tiene la oportunidad de coincidir con Ivair Ferreira, apodado “O Príncipe” por sus grandes cualidades (la corona regia, entonces, pertenecía a O Rei Pelé…), y de quien, años más tarde, el propio Leivinha señaló que había aprendido mucho. También lo haría, entre otros, con Marinho Pérez y Ze María, con quienes en 1974 compartiría convocatoria con la selección de Brasil para el Mundial de Alemania.  

Precisamente, durante su estancia en la Portuguesa se produce su debut con la canarinha, a las órdenes de João Saldanha. Fue un 13 de noviembre de 1968, en un amistoso no oficial en Coritiba, frente al equipo local (entonces eran habituales este tipo de lances entre el combinado nacional y los clubs). Forma junto a nombres míticos del fútbol brasileño como el propio Pelé, Tostão, Gérson o Jairzinho, a quien sustituye en la segunda mitad, en un partido que concluye con victoria de Brasil por 2-1.

LEIVINHA, PALMEIRENSE

Su trayectoria, claramente ascendente, y la falta de expectativas deportivas en un equipo modesto como la Portuguesa, llevan a Leivinha a firmar en 1971 con, en aquella época, una de las principales escuadras a nivel brasileño y sudamericano: el Palmeiras de São Paulo. Ya entonces, Leivinha acredita ser un auténtico genio por su manejo de balón y otra de sus facetas más importantes, su extraordinaria capacidad como rematador de cabeza.

Con los verdes llegan los títulos: en 1972 y 1973, el Campeonato Brasileño; y en 1972 y 1974, el Campeonato Paulista. Éxitos a los que el delantero contribuye de manera notoria, y que le valen un reconocimiento internacional que también se plasma en la asistencia de manera asidua a la selección nacional. En 1972, participa en la Copa Independencia o Mini-Copa, un torneo de equipos nacionales de todo el mundo disputado en Brasil, para conmemorar el 150 aniversario de su independencia. La selección anfitriona se alza con la victoria tras vencer 1-0 a Portugal en la final. Leivinha jugó los cuatro encuentros con su selección y anotó dos goles, ambos en el partido de la fase previa ante Yugoslavia. Su nombre también cuenta con un importante lugar en la historia de la selección brasileña, dado que el 27 de mayo de 1973, y en una victoria por 5-0 frente a Bolivia, consigue el gol 1.000 de Brasil.

Ese mismo año, con 24 años, en una meteórica trayectoria ascendente y con un Pelé en la etapa crepuscular de su carrera futbolística, distintos medios lo sitúan, junto a otros nombres como Zanata del Vasco de Gama o Claudiomiro, del Inter de Porto Alegre, entre la terna de posibles aspirantes a ocupar el trono que O Rei dejaría pronto vacante.

Segundo en la fila inferior, con la formación de Palmeiras que, en 1972, se alzó con el Campeonato Brasileño
En 1974, junto a la consecución del Campeonato Paulista, el Mundial de Alemania se constituye en su hito deportivo más importante. Mario “Lobo” Zagallo lo alinea en los dos primeros encuentros, frente a Yugoslavia y Escocia, pero en el tercer partido ante Zaire, una lesión (las malditas lesiones…) le descarta para el resto del torneo. En aquella selección, formaba Luis Pereira, un extraordinario defensa, compañero suyo en el Palmeiras y con el que, un año más tarde, emprendería la aventura futbolística en España

Con los Rivelino, Jairzinho, Luis Pereira, Leão y compañía antes de un partido del Mundial 74.
ETAPA ROJIBLANCA

El panorama futbolístico hispano de mediados de los 70 poco o nada tenía que ver con el monótono “duopolio” actual. Así, en las cinco primeras ediciones de la década, cuatro equipos distintos habían conquistado la liga. Clubs como el Valencia o el Atlético Madrid se permitían desafiar la primacía ahora incontestable de culés y merengues. Por si fuera poco, los colchoneros, en aquella maldita final de la Copa de Europa de 1974 frente al Bayern de Munich, con el Heysel de Bruselas como marco, habían estado a punto de tocar la gloria europea. Solo un imposible gol de Schwarzenbeck a Miguel Reina, que serviría para empatar el primer encuentro, se lo había impedido. En la repetición, un equipo desmoralizado fue presa fácil para un conjunto bávaro venido arriba, tras el casi milagro del lance anterior.

En 1975, y dispuestos a alcanzar definitivamente las más altas cotas del fútbol español y europeo, los colchoneros buscan jugadores que se lo permitan, y han puesto los ojos en Ivo Ardais, un centrocampista del América de Río de Janeiro. El infortunio quiere que una afección cardiovascular impida su fichaje. Por su parte, Leivinha deslumbra con Palmeiras en la edición de ese verano del prestigioso Torneo Ramón de Carranza. Tras él, y junto a Luis Pereira, acabaría produciéndose su traspaso al Atlético de Madrid, una operación que se realizó de una forma un tanto curiosa como nos cuenta el propio Luis Pereira:cuando volvíamos a Brasil, en el vuelo estaban Santos Campano, vicepresidente del Atleti, y el Dr. Ibáñez (viajaban a Brasil a corroborar la lesión de Ivo, N.A.). El mister Luis Aragonés les había manifestado su deseo de contratar a un jugador de Palmeiras. Al llegar a Brasil, y confirmar lo de Ivo, nos preguntan si tenemos ganas de jugar en el Atleti y nosotros decimos que sí. Allí mismo pasamos examen médico con el Dr. Ibáñez y viajamos a España inmediatamente para firmar el contrato, ya que estaba a punto de concluir el plazo de inscripción”. El traspaso de ambos se cierra en un millón de dólares y Leivinha firma por tres años.

Su debut, no obstante, no se produce hasta la cuarta jornada de campeonato, un 28 de septiembre de 1975, en un partido frente al Salamanca que concluye con victoria madrileña por 4-1 y en el que Leivinha ya deja su impronta al obtener tres de los tantos. “Era un jugador con una calidad impresionante, poseía un gran juego con los pies y muy buen remate de cabeza. Aunque era derecho, utilizaba muy bien las dos piernas. Yo me había entusiasmado con él tras verle en un Trofeo Ramón de Carranza ante el Real Madrid, porque hizo la célebre bicicleta”, apunta Adelardo Rodríguez, mediocampista que coincidió con Leivinha en la temporada de la retirada del primero, la 75-76. De la misma opinión es Miguel Reina, cancerbero colchonero a lo largo de toda la trayectoria del brasileño en el Atleti: “Leivinha dio tardes de gloria al fútbol y al Atlético de Madrid, sin duda alguna. Se pudieron aprender muchas cosas de él. Componente, además, de una selección brasileña en la que había grandísimos valores, uno de los cuales era él. Un auténtico crack, una maravilla, que aportó mucho al fútbol español”.

Puestos a quedarse con detalles de su juego, a Reina le impresionaba, “algo que yo no he visto jamás, tan solo a un tal Machado Da Silva, que también jugó en España, y era su forma de parar el balón con el pecho”.

Por su parte, para Eulogio Gárate, mítico ariete colchonero, que compartió delantera con el brasileño durante sus dos primeras temporadas en España lo que le quedó grabado, “fue su famosa bicicleta en el Torneo Ramón de Carranza con la que, recuerdo, dejaba sentado a Juan Sol, lateral madridista”. Para Gárate, “Leivinha fue un espectáculo, un jugador de una calidad extraordinaria. Desde el punto de vista técnico, llamaba la atención por cómo paraba el balón con el pecho; era un maestro, tenía calidad, visión, gol... En suma, era un jugador completísimo”. No se queda ahí el ex –ariete rojiblanco, que además incide en que, “no era un jugador nada egoísta, no se caracterizaba por su individualismo. Jugaba mucho y bien con el compañero y para el Atlético, fue un gran refuerzo”.

Y tampoco se queda corto en halagos, Marcelino Pérez, lateral internacional del Atlético en aquella época: “Leivinha revolucionó el fútbol en España. Lo que él hacía no lo hacía ningún otro jugador. Tenía un nivel muy alto técnicamente; burlaba a los jugadores contrarios con su clásica bicicleta. Hacía cosas extraordinarias y, además, tenía una visión de juego extraordinaria. Era un jugador muy completo”. De entre sus virtudes futbolísticas, para el defensa de Sabadell, “lo que más destacaba era su velocidad y el uno contra uno. El contrario no tenía ninguna opción de robar el balón. Tenía unas cualidades técnicas y físicas excelentes, mucha velocidad y también de cabeza iba muy bien”, indica Marcelino, para quien, y comparándolo con algún futbolista actual, “era muy parecido a Iniesta. Jugaba por banda, hacía diagonales hacia la portería contraria, no era de llegar a la línea de fondo, sino de salir hacia dentro y desde allí, pasar a los compañeros”.

Desde su debut ante el Salamanca, el brasileño repite en todos los encuentros de una liga 75-76 en la que, con 18 goles, iguala con Aitor Aguirre del Racing de Santander en la segunda plaza del “Pichichi” y solo es superado por el ilustre Quini que, con 21 goles, no pudo evitar el descenso de su Sporting de Gijón. El Atlético Madrid finalizó el torneo liguero en tercer lugar, y se alzó con el título de Copa, a lo que Leivinha no pudo contribuir, habida cuenta de que en aquella época los jugadores foráneos no podían participar en él.

Leivinha, en una formación del Atlético de Madrid de la temporada 75-76
Para la historia quedará siempre el primero de los tantos obtenidos un 15 de febrero de 1976 ante el Athletic de Bilbao en la victoria colchonera por 2-0, ya que se trató del gol número 30.000 de la liga española. Y lo más curioso, sin duda, fue la forma en que lo obtuvo. “Iribar tiene el balón; Leivinha, muy pillo, se había quedado por detrás, de lo que no se percató “el Chopo”, y cuando vio que lo echaba a rodar, a la altura del punto de penalty, viene por detrás se lo quita y marca”, rememora Miguel Reina, portero titular del Atlético aquella tarde. Por su parte, el mítico cancerbero del Athletic lo recordaba así, tras el partido: “¿el gol de Leivinha? Mala suerte para mí y para el equipo. No me di cuenta de que Leivinha estaba detrás cuando jugué el balón. Pero ya no valen lamentaciones…”. Curiosamente, tras anotar, el jugador brasileño se acercó a Iribar y le pidió disculpas por su acción, dato que, sin ninguna duda, ilustra su enorme calidad humana, otro de los aspectos que destacan sus ex – compañeros. Para Garate, Leivinha, “era una persona de una calidad extraordinaria. Cariñoso, amable, sin ningún tipo de protagonismo: una persona sencilla”. También incide en ello Marcelino: “en el trato era una persona fabulosa. Yo era el más joven de la plantilla y tanto él como, especialmente, Luis Pereira, me mimaban”. Este, precisamente, en la valoración personal hacia su compañero en Palmeiras, Atlético y en la canarinha es elocuente: “una persona maravillosa”.

LAS LESIONES

La temporada siguiente se salda con el campeonato liguero para los del Manzanares y con una semifinal de la Recopa frente al Hamburgo, solventada a favor de los alemanes. No obstante, la nota distintiva para Leivinha, aquella temporada, fue el comienzo de su particular calvario con las lesiones. En enero de 1977, fue operado en Brasil de un quiste en el menisco de su pierna izquierda, que le obligó a concluir anticipadamente la temporada. En total, solo tomó parte en 11 partidos, consiguiendo ocho goles. “Padecía mucho de las rodillas, pero también porque le daban mucha “caña”. Si le hubieran respetado las lesiones, hubiera sido aún mejor de lo que fue”, recuerda Adelardo. Opinión que comparte Gárate: “por desgracia, las lesiones de Leivinha fueron más frecuentes de lo que hubiesen querido tanto él como el Atlético. Fue una pena”. Lo cierto es que esa lesión de rodilla se le reproduce, y en agosto de 1977 tiene que ser operado de nuevo, esta vez en Barcelona por el célebre Dr. Cabot, lo que le impide debutar en la campaña 1977-78 hasta la 12ª jornada, cuando sustituye a Marcial en una victoria por 2-1 ante el Español. Esa temporada, en 18 partidos de liga anota 7 goles.

Son precisamente las lesiones las que evitan su participación en las dos primeras rondas de la Copa de Europa de aquel año, en las que el Atlético supera a Dinamo de Bucarest y Nantes. Si lo hará en la de cuartos, en la que los del Manzanares quedaron emparejados con el Brujas, a la postre finalista contra el Liverpool, en la inolvidable final de Wembley, resuelta con un gol de "King Kenny". En la ida, en la que los belgas se imponen por 2-0, Leivinha disputó los 90 minutos. Lo propio hizo en la vuelta, en la que no pudo contribuir con ningún tanto en la insuficiente victoria de los madrileños por 3-2.

El Atlético de Madrid le ofrece un año de renovación, pese a las lesiones. Pero son estas las que le impiden actuar con regularidad durante la temporada 78-79, que, curiosamente, arroja los mismos guarismos que la anterior: 18 partidos disputados y 7 goles conseguidos. Varios datos quedarán para la historia del brasileño aquella campaña: su segundo hat-trick en España, ante el Celta en la 17ª jornada, en una victoria por 4-0 y en la que anota tres goles; y  su única expulsión, en un encuentro en Atocha, por una agresión sin balón al defensa donostiarra Gajate. Curiosamente, la víspera de ese partido se produjo la que, sin duda, es la anécdota más simpática de Leivinha en España. En una época en que muchos viajes acostumbraban a hacerse en coche-cama, el Atlético viajó a San Sebastián por dicho medio. Al llegar a la capital guipuzcoana, la expedición se apea para coger el autocar que les llevará hasta el hotel. Todos… menos Leivinha y Luis Pereira que, dormidos, continúan hasta Irún donde son despertados por el personal de RENFE. “Se olvidaron de nosotros. Llegamos a Irún en coche-cama y tuvimos que coger un taxi hasta el hotel de concentración. Cuando llegamos al hotel, todo el mundo estaba riéndose”, recuerda con humor el defensa brasileño.

EL FINAL DE SU CARRERA

La conclusión de la temporada 1978-79 también lo es del periplo colchonero de Leivinha. El brasileño, tras abandonar el club del Manzanares, llega a un acuerdo verbal con el Cosmos de New York, que le uniría al cuadro norteamericano a partir de abril de 1980 durante cuatro años. Es una época en que, en pos de un esplendor que nunca terminaría de llegar, la liga estadounidense busca estrellas de relumbre en el exterior, en la mayoría de los casos, en las postrimerías de sus carreras. Fueron sonados los fichajes de Pelé, Carlos Alberto, Beckenbauer, Cruyff o Neeskens.

En la última etapa de su carrera, con la camiseta de São Paulo.
Entretanto, y para no permanecer inactivo, se enrola en las filas de São Paulo, pero una vez más, las lesiones ahogan sus expectativas, y a la temprana edad de 29 años, João Leiva Campos Filho tiene que retirarse. Como dato curioso, los últimos goles de su carrera se producen un 31 de octubre de 1979 en un encuentro frente a su ex–equipo, la Portuguesa, que concluyó con victoria por 4-2 de São Paulo y en el que anotó por partida doble.

Tras dejar al fútbol, se dedica a otras actividades, para volver años después a colaborar con Palmeiras,  a través de las escuelas de fútbol que tratan de sacar a los chavales de la calle, y actualmente, también está trabajando con la entidad palmeirense en la venta de las localidades para su nuevo estadio, que se estrenará con motivo del próximo Campeonato Mundial. Asimismo, ejerce  como comentarista deportivo.  

En una entrevista concedida en junio de 2011 al blog ftt-futeboldetodosostempos.com, Leivinha hablaba sobre la trayectoria futbolística de su sobrino Lucas Leiva:Estoy muy feliz de ver a Lucas, un chico maravilloso, joven aún, pero con determinación y disciplina. Lleva muy en serio su profesión y por eso tiene éxito (…). Estoy feliz por él, porque ha encontrado lo que se merece, es responsable y valiente, y un modelo dentro de su profesión. Al igual que Kaká, solo da buenos consejos y ejemplo. Si Lucas está ahí, es porque se lo merece”. Y yo, desde luego, suscribo estas palabras.




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