Análisis del paso de Rodgers por el #LFC, por Javier Cordero

by - octubre 08, 2015


Brendan Rodgers tres años después



Por Javier Cordero (@Javi15195)

"He firmado un contrato de larga duración, lo que hace que se confíe en el proyecto y en sobretodo en los principios del club, entre los que está el realizar un juego atractivo". "El que es el dueño del balón, tiene el 79 % de posibilidades de ganar el partido". Son algunas de las frases más definitorias que pudimos oír aquel 1 de junio de 2012 en la sala de prensa de Anfield Road. El autor de tales declaraciones era el protagonista del día. El Liverpool daba un paso adelante para elevar y consolidar la situación deportiva de aquel entonces. Brendan Rodgers había sido el ganador del casting de entrenadores que John W Henry y sus asesores habían realizado por la Premier League. La contratación de Rodgers había pillado a contrapié a un alto porcentaje de los aficionados. ¿Quién era aquel desconocido norirlandés?



Swansea es la segunda localidad más grande de Gales. Situada al sur del país, da acogida al club de fútbol que lleva su nombre, el Swansea City. El equipo dio a conocerse en la temporada 2011-2012 al convertirse en el primer equipo galés en disputar la Premier League. El espectador neutral guardó en su retina el fútbol atractivo que practicaba aquel desconocido equipo. Dos eran los ejes fundamentales de aquel equipo con gusto por el tacto del esférico. En primer lugar, su doble pivote. Aquel mediocampo estaba formado por dos tipos bajitos y complementarios a la hora de jugar con el balón controlado: Leon Britton y Joe Allen. Ambos eran los encargados de marcar el ritmo y ordenar al equipo a partir de su  gran dominio del pase. Para los amantes de los datos, tanto Leon como Joe tuvieron un mayor porcentaje de aciertos en sus envíos (93'3  y 90'3 %) que Xavi e Iniesta (93'0 % y 90 %). Toda esa seguridad en sus acciones con el balón fueron diseñadas por el segundo eje, el arquitecto Brendan Rodgers. Todo ese fútbol de posesión y control fue lo que decantó a los directivos del Liverpool a apostar por Brendan. Tras la marcha de Rafa Benítez, el equipo necesitaba un nueva etapa en la que encontrar una identidad futbolística acorde a la entidad, donde el passing game marcó la época dorada de la misma. La indefinición fue lo que caracterízó el paso de Roy Hodgson por el banquillo red al igual que el periodo de Kenny Dalglish, aunque éste último logró la consecución de un título (una Carling Cup) 7 años después de la historia de Estambul.  El nuevo inquilino tenía mucho trabajo por delante.



Para afrontar la temporada 2012-2013, el nuevo míster contaba con una columna vertebral que permanecía  casi en su mayoría desde la época de Benítez: Pepe Reina en la portería, Skrtel, Agger y Carragher en la defensa; Gerrard y Lucas Leiva en la medular y Luis Suárez en la delantera. Junto a ellos, algunos futbolistas jóvenes fichados hace apenas una o dos temporadas. Es el caso de Jordan Henderson, Stewart Downing, Jonjo Shelvey o Sebastian Coates. Por último, un número destacado de jugadores de la Academy. Rodgers, como antiguo formador de jóvenes futbolistas en las canteras de Reading y Chelsea, siempre tuvo una gran estima por los jugadores de las categorías inferiores. Adaptarlos al primer equipo, explotar sus virtudes y hacerles crecer bajo su mano es algo que siempre será destacado durante su periplo en Anfield. Desde la primera temporada al frente del Liverpool, varios fueron los canteranos que participaron con mayor o menor relevancia en el primer equipo: André Wisdom, Joe Flanagan, Suso, Conor Coady o Raheem Sterling. Conocidos ya los jugadores y recursos de los que dispone, sus pretensiones en el mercado están bien claras. Quiere apuntalar su delantera y para ello, el equipo se hace con los servicios de Fabio Borini. También estudia la posibilidad de fichar a un extremo que reciba en la cal y sume desborde al juego, por lo que Oussama Assaidi se convierte en otra contratación. Pero, por delante de todo, Brendan busca la esencia de su juego. Un futbolista que le aporte dirección y control a partir del manejo del esférico, para unir a sus futbolistas en torno a él y avanzar hacia la portería del rival mediante el pase. El director elegido no era otro que Joe Allen, el agilizador de las posesiones del Swansea y la gran apuesta del verano. Para dividir funciones, el equipo obtiene en calidad de cedido a una de las sensaciones del año 2011, el por entonces centrocampista del Real Madrid Nuri Sahin. Ambos estaban destinados a dar apoyo a Steven Gerrard en la búsqueda del "doy el pase y me muevo".



Los inicios, por norma general, nunca suelen ser fáciles. La plantilla debe adaptarse a una nueva tipología de trabajo y el entrenador aún necesita adaptación y conocimiento de sus futbolistas para que todos juntos echen a andar. Brendan Rodgers sufrió en sus carnes un inicio de temporada cuesta arriba. El calendario fue caprichoso y no dio tregua durante las primeras jornadas: los reds tuvieron que verse las caras ante Manchester City, Arsenal y Manchester United. Debido a dichos contratiempos, el equipo no sumó tres puntos hasta la sexta fecha, cuando un demoledor Suárez marcó el rumbo del partido en Carrow Road con tres goles de bella factura. Sin embargo, las rachas positivas a nivel de resultados no fueron satisfactorias a la hora de lograr los objetivos en la competición doméstica. El equipo terminó séptimo clasificado por detrás de su vecino Everton FC con solo 1 punto de diferencia pero a 12 puntos de la cuarta plaza, la cual daba acceso a Champions. En cuanto a los torneos de eliminatoria (Carling Cup, FA Cup y Europa League), el equipo se diluyó como un azucarillo en el café, algo que será achacado a Rodgers en temporadas futuras y que será explicado más adelante. Sin embargo, los resultados en esta primera temporada pasaron a un segundo plano a la hora de hacer un balance globalizado. El equipo comenzaba a mostrar armonía y colectividad en cada uno de sus encuentros: el estilo Brendan comenzaba a forjarse. Los jugadores empezaron a comprender que el uso del balón es el arma más potente para destruir al rival y el medio más eficaz para conseguir la victoria. Los jugadores quieren participar tocando y pasando el esférico con firmeza e inteligencia. Hay buena ocupación de espacios, los pases son de calidad, los jugadores ofrecen soluciones a al poseedor del balón gracias a la movilidad a distintas alturas del campo, hay creatividad cerca del área para crear situaciones de gol… A parte, otras conclusiones salieron a flote al término de aquella temporada. En primer lugar, que el eterno Jamie Carragher se había despedido de la élite hace tiempo y su luz a la hora de meter la pierna y chocar dentro del área se estaba apagando, por lo que su adiós fue duro para la afición aunque muy comprensible desde el punto de vista futbolístico. En segunda instancia, que Luis Suárez era un delantero de garantías absolutas para abordar los primeros puesto de la tabla pero que necesitaba a Daniel Sturridge (y viceversa) para potenciar sus virtudes y a Philippe Coutinho para administrarle últimos pases. Todo era cuestión de unir las piezas y que el balón echase a rodar para poner el plan a prueba.

La primera temporada de Rodgers fue un mero periodo de adaptación. Las valoraciones debían hacerse esperar



De cara al curso 2013-2014, Rodgers quiso sumar mayor competitividad en algunos puestos de su plantilla a través del mercado de fichajes. Simon Mignolet como sustituto de Reina, Kolo Touré, Thiago Ilori, Mamadou Sakho, Aly Cissokho, Luis Alberto, Iago Aspas y Victor Moses aterrizaron en Anfield. Para el míster, el equipo poseía deficiencias en todos sus puestos, de ahí el número de incorporaciones y los distintos puestos y roles que desempeñan. No obstante y entrando en materia, tan solo Mignolet tuvo cierta trascendencia durante la temporada. Lo que realmente repercutió en el funcionamiento del equipo fue esa segunda capa de barniz que abrillantase la casa de madera que había sido levantada un año atrás. Para que todo tuviera la máxima consistencia posible, no había otro pilar sobre el que edificar que el número 8. Steven Gerrard fue durante muchas temporadas la referencia del mundo del fútbol gracias a su peculiar labor de centrocampista. La humanización del box to box y un jugador total. Despliegue físico para abarcar muchos metros, habilidad para el tackle, un magnífico golpeo de balón, capacidad para asistir, capacidad goleadora, remate de cabeza. No obstante, el capitán afrontaba aquella temporada con 33 años y Rodgers quería recuperarlo y afrontar con decisión sus últimas batallas. Le ubicó como mediocentro y el movimiento resultó ganador. Sus características fueron más específicas: le ató en la posición para que recorriese menos metros y fuera el pilar que soportase todo el peso del juego de posesión. A partir de él, el Liverpool escribía poesía a partir de su salida de balón, rica en soluciones de pase y en ejecución. Muchas eran las ventajas que caían en campo rival gracias a ella. Y ya en los últimos 50 metros, el equipo conocía la teoría al dedillo para crear juego y fabricar ocasiones de gol. Hombres por fuera para estirar al rival, mucha movilidad por dentro y pegada, mucha pegada


Gerrard fue la pieza maestra para Rodgers a la hora de crear su estilo de juego

. Durante esta campaña, los cambios de esquema de Rodgers dieron a conocerse, aunque los más fructíferos llevaban en el lote a dos delanteros. Si Gerrard era el paradigma del estilo desde el mediocentro, Sturridge y Suárez fueron los hombres que materializaron los puntos desde la delantera. Ambos hicieron la friolera de 52 goles en la competición doméstica y su nivel de aportación en el juego era altísimo gracias a la libertad de la que disponían para actuar por múltiples zonas del campo. No obstante, el dibujo que dio más frutos al equipo fue el 4-3-1-2. Un rombo estrecho en el mediocampo para tener muchas opciones de pase en el centro del campo. A parte de lso mencionados, dos fueron los jugadores que dieron un paso adelante en sus carreras: Jordan Henderson y Raheem Sterling. El primero sacó puso todo su carácter a la parrilla y le hizo liberarse de toda la presión que suponía el liverbird. Y en el caso del pequeño inglés, su ascenso fue meteórico. Rodgers se sacó de la chistera una nueva posición y un nuevo rol con el que empezamos a descubrir el potencial que llevan sus botas. De extremo de regate puro a mediapunta decisivo y acaparador de los ataques. Su sociedad con los delanteros fue brutal y la segunda posición fue una grandísima noticia, aunque toda la hinchada aún mantiene la cicatriz por no haber conseguido el título. Diez jornadas consecutivas ganando, gran imagen y resultados ante el top 6... pero los problemas defensivos decantaron la balanza hacia el otro lado. El equipo no gozaba de un buen sistema para recuperar la pelota y Skrtel, el líder de la defensa tras la marcha de Carragher, tuvo mayor acierto en el área rival que en la propia. La misma mala suerte corrieron Touré o Mamadou Sakho, los cuales estuvieron lejos de dar un salto de calidad y seguridad a la defensa red. La Champions esperaba y los tumores del equipo estaban identificados. Solo hacía falta trabajo para poder extirparlos. Pero los inconvenientes acababan de llegar y no se iban a ir tan fácilmente.



Los 31 goles y 10 asistencias de Suárez dieron al Liverpool mucho más que alas para luchar por títulos. Su nivel aspira a las más altas condecoraciones. Por ello, el uruguayo puso rumbo al Camp Nou y pasó a formar parte de la disciplina del FC Barcelona a cambio de 81 millones de euros. La baja era sumamente sensible para la entidad red y buscar un sustituto de calidad para la delantera no sería un trabajo sencillo. En vez de afrontar semejante dificultad, Brendan Rodgers decidió apuntalar su plantilla en varias posiciones. Así, Dejan Lovren, Alberto Moreno, Javier Manquillo, Emre CanAdam Lallana, Lazar Markovic, Mario Balotelli y Rickie Lambert llegaron al club, a parte de la compra e inmediata cesión del delantero belga Divock Origi. En resumidas cuentas, buscó variedad y fondo de armario antes de suplir con mayor garantías la orfandad de la delantera tras la marcha del Pistolero. A parte de eso, la sensibilidad física de Gerrard y Sturridge les impidió disfrutar de muy pocos minutos. Ante el gran número de novatos en el equipo y las ausencias de tres de sus futbolistas clave en el estilo, la temporada 2014 - 2015 resultó más decepcionante de lo que los resultados marcan, al menos en cuanto a números en Premier League se refiere. Los problemas defensivos fueron un lastre desde el día uno y Brendan lo sabía. A falta de un estilo de juego, tiró de sus ya tradicionales y continuos cambios de esquema. Removió cielo y tierra pero no encontró nunca la estabilidad hasta que el 3-4-2-1 le dio confianza en términos numéricos. Demasiado tarde para hacer un papel decente en la Champions League, algo que fue considerado un fracaso absoluto por parte de los entrenadores.  No podía contar con sus dos puntales ofensivos, por lo que pasó a la defensa todo el peso de su esquema. Sin embargo, sus partidos eran muy planos y su desarrollo, plenamente rígidos. Defender con 9 futbolistas acumulados en el área era un argumento poco sólido aunque relativamente útil, porque el rival debía atravesar muchas piernas para chutar a portería. Además, al tener a 3 centrales defendiendo el área (ahí Emre Can y Skrtel mostraron buen nivel), ésta estaba mejor defendida y Simon Mignolet estaba menos expuesto a las salidas por alto y podía limitarse a esperar en el área pequeña, desde donde brilla más gracias a su agilidad en las estiradas. En ataque, todo se repartía entre las genialidades a cuentagotas de Adam Lallana, una mayor regularidad de Coutinho (su mejor temporada) y las apariciones limitadas de Sterling, el cual no estaba muy asistido en su posición de único delantero pero cuyas jugadas siempre suponían peligro. Todo este compendio supuso una sexta plaza con sabor amargo y otra decepción en las dos copas nacionales y en la Europa League. Al no conocerse a sí mismo, es difícil hacer una valoración de los rivales, conocerlos y así adaptarse a sus virtudes o defectos para así preparar una buena eliminatoria. Los resultados acabaron teniendo un bagaje negativo.


La filosofía de fútbol de Rodgers jamás volvió a ver la luz tras la marcha de Suárez



Para añadir más problemas a la lista, el eterno Steven Gerrard decía adiós al Liverpool tras 26 años de esfuerzo, dedicación y amor hacia el color rojo. El vacío que dejaba el capitán no pudo ser llenado a nivel anímico ni futbolístico. Los fichajes del mercado estival de los reds suscitaban expectación e ilusión y, por qué no decirlo, un salto cualitativo en algunos puestos del equipo. Llegaron Nathaniel Clyne, James Milner, Adam Bogdan,  Joe Gomez, Roberto Firmino, Danny Ings y Christian Benteke. Para los más escépticos, las dudas comenzaban a recaer en la figura de Rodgers. El año anterior, la indefinición de su fútbol fue bastante traumática para los espectadores y para la reciente temporada, el equipo había vuelto a cambiar un tercio de su plantilla y no solo eso: también había adquirido futbolistas de distintos al fútbol típico de Rodgers. Parecía que el rumbo no estaba bien fijado, y todo elló explotó un 4 de octubre de 2015. Once partidos oficiales y la imagen fue deprimente, la nada absoluta. Tras el empate a uno en Goodison Park, Brendan fue despedido. "Juzgadme después de tres años", llegó a decir al inicio de su mandato. La comunidad red solo tiene palabras de agradecimiento por su trato con los jóvenes futbolistas, la explosión de Sterling, la consolidación de Suárez como un 9 de élite, los bailes de Sturridge por el trabajo bien hecho y la última y preciosa versión de Gerrard. Muchos fueron los fallos que cometió y aquí están expuestos, pero pocos son los aficionados que olvidarán aquella magnífica temporada 2013-2014, donde el You´ll never walk alone sonó con más fuerza que nunca y nos llevó en volandas a rozar la liga con los dedos. Mucha suerte en tu nuevo camino, Brendan.





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