Un derby de ensueño

by - marzo 16, 2012


Del calor al frío en busca de un sueño


La Paisley Gateway daba acceso a que el sueño de un isleño se hiciera realidad.

El derby de Merseyside acabó de la mejor manera posible, goleada con buen juego por parte de los nuestros, además de haber visto como nuestro capitán se erigía como el mejor del partido marcando 3 goles. Pero para mí no fue más que la guinda de un viaje que en mis recuerdos era un sueño inalcanzable hasta el pasado martes.

Por Jonay Diaz (@Jony_TF)

Todo comenzó con una charla con Johnny, de Tenerife Kopites, donde con la melancolía y tristeza que me caracteriza cuando hablo de tiempos pasados, que siempre he creído mejores, le comentaba que aunque seguía al equipo desde que era pequeñito, sólo lo había visto en directo dos veces y esas dos veces fuera de casa. Al principio íbamos a ir a ver el partido de la FA Cup ante el Stoke City, pero por problemas de fechas más una inusual suerte que me está tocando, me propuso el viaje deseado para ver al Liverpool en Anfield en un gran partido como es el derby de Merseyside ante el Everton.

El paisaje frío y helado de Liverpool recordaba al de una película de terror.

Llegamos a Liverpool el mismo día del partido a las 11 horas local, pasando del calor agradable de Tenerife, donde se podía ir tranquilamente a la playa, al frío congelante de la gran y loca ciudad en la que reside nuestro buen equipo Red. Para alguien que viene del calor, donde si se baja de los 11º grados ya se roza el frío extremo, el ponerse una camisa térmica debajo de la camisa junto con dos chaquetas más era algo vital para poder disfrutar del partido por la noche.

Johnny, que aunque vive y trabaja en la pequeña isla canaria, es natural de Liverpool y quiso enseñarme la ruta que solía hacer con sus amigos años atrás cuando iban a ver un partido. Nos pusimos en rumbo a eso de las 16 horas más o menos y tras coger un autobús conducido por un chofer con complejos Hamiltonianos, pude empezar el camino apreciando las pequeñas peculiaridades del día en el que se produce el derby en la ciudad. Mientras caminábamos, mi amigo no hacía más que repetirme que iba a saber con claridad quién era un evertonian sin la necesidad de ver algo azul en esa persona y que si escuchaba algo, que me hiciera el español, algo parecido a hacerse el sueco en España.

Calle hostil.

En el trayecto hacía el Stadium pub Liverpool, que es uno de los puntos de concentración de la afición Red antes del partido para beber y discutir sobre diversas cosas relacionadas con el partido del día, ibas sintiendo como las miradas de personas se te iban clavando como puñales, queriendo desgarrarte esa ropa de color rojo que con mucho orgullo íbamos luciendo. Como al igual se escuchaba algún que otro cántico que le producían la risa a mi amigo, recordemos que a veces se pican ambas aficiones con cánticos con un toque de humor. Dentro ya de territorio Red, esperábamos con entusiasmo a que nos trajeran las entradas que en un principio iban a ser en esa mítica e histórica grada de Anfield, que además tiene una visibilidad reducida al juego si te toca en un asiento que se cruce tu mirada con esos mástiles enormes que sujetan el techo de la Main Stand. Sin embargo, el sueño de pisar Anfield por primera vez para ver un partidazo pasó a ser algo divino, tras enterarnos que iba a ser en The Kop. Nuestras caras se vinieron abajo de sorpresa y los nervios eran difíciles de controlar, desde ese momento supe que todo iba a salir bien.

Johnny y yo levantando una réplica de la FA Cup.

Tras varias cervezas de rigor nos pusimos en marcha hacia el estadio, el rojo empezaba a inundar una calle principal como si de una arteria se tratase donde las otras pequeñas calles eran los vasos sanguíneos que conducían esa marea de sangre al corazón, Anfield. Por esa calle principal se encuentra el local, que ahora es un gran pub, donde todo comenzó, donde el Liverpool empezó a ser el Liverpool. Ahí ya te sentías como si estuvieras en el estadio, estaba abarrotado de gente de Red, todos expectantes y no se hablaba de otra cosa que no fuera del partido a disputar. Johnny y yo no desaprovechamos la oportunidad de sacarnos una foto con la réplica de la FA Cup previo pago de unas cuantas libras esterlinas.


Fuera del estadio, la Paisley Gateway daba acceso a la consecución de un sueño y el The Kop tenía una luz especial, deslumbrante, quizás sabiendo que albergaría una nueva victoria del equipo de casa. La alarma que nos avisaba de que todo estaba listo para comenzar la dio el sonido ensordecedor del helicóptero que acompañaba los movimientos del seguidores rivales.

El majestuoso Anfield.

Anfield es un campo pequeño, pero a la vez acogedor y majestuoso con un precioso verde y con una afición que según iban llegando a sus localidades ya empezaban a dedicarles cánticos a la afición rival. No dudamos sacar nuestro banner de los Tenerife Kopites, quedando la gente sorprendido de que habíamos hecho tal largo viaje para poder presenciar el derby y así animar al equipo que nos vuelve loco, pasando del agradable calorcito al frío paralizante.

Es muy difícil explicar con palabras o alguna otra forma de lenguaje lo que siente uno al ver un partido en The Kop. Podría ser como si te dieras cuenta que la mejor razón de levantarse cada mañana de la cama sería el estar cada fin de semana que el equipo juega en casa, estar de pie en The Kop jaleando a esos 11 vestidos de rojo. Junto al nacimiento de mi hijo, que nació un mes después de haber visto como los nuestros levantaban la Copa de Europaen ese brillante 2005, el haber estado en The Kop presenciando el derby pasa a ser sin ningún lugar a dudas, el segundo mejor momento de mi vida.

Lo único negativo podría ser el poco control que tuve en la tienda del Liverpool donde parecía un niño pequeño suelto con mucho dinero en una juguetería. Esto me provocará un corte radical de salidas nocturnas previstas hasta el próximo día de cobro.


Quisiera agradecer enormemente a Johnny de los Tenerife Kopite, que me enseñó Liverpool bajo la piel de un Scouse y me ayudó a realizar el sueño. A Vince también por las entradas. Aunque al día siguiente Johnny me llevara a la triste Manchester, llena de mujeres vestidas de luto en una ciudad que parecía más india que británica y donde el olor a curry predominaba sus calles.

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