Como vivió Barcelona Reds aquel 25 de Mayo del 2005.
“Siempre hay " posibilidades".
Si alguien hace grande al Liverpool, como dijo Gerrard hace pocas fechas, son sus aficionados, muchos de ellos aquella noche de Mayo sufrieron como si estuvieran en el mismísimo Atatürk, sentados con sus pintas, sus bufandas, camisetas e banderas insuflaban ese aliento a los de Benítez. Unos de esos kopites o “farfanes” eran la Branch Oficial de Barcelona Reds que han querido contarnos como fue aquel 25 de Mayo en Barcelona.
Desde el momento en que Luis García nos abría el camino hacia Istanbul en la semifinal, muchos de nosotros empezamos a pedir el día libre en el trabajo o si más no, trabajar sólo por la mañana. Era un día especial, desde 1985, en una final de infausto recuerdo, no habíamos vuelto a tener la opción de reinar de nuevo en Europa. Ese día, me acuerdo que cogí el tren hacia Barcelona para dirigirme al pub Michael Collins. Allí, un par de años atrás, se empezó a gestar lo> que ahora ya es oficial: los Barcelona Reds. Me acuerdo que éramos pocos pero no cesábamos de animar al equipo. Poco a poco fueron llegando al pub, Sergi "stubbins", Jordi Brucart, Jordi Corbalan, Jordi buenaventura y muchos otros más.
Y la final empezó. Y no demasiado bien. El tempranero gol de Maldini nos dejó helados, y mas cuando Hernán crespo anotó dos mas antes de irnos al descanso. Lógicamente, nuestras esperanzas cayeron en picado, no era fácil encarar una segunda parte con 0-3 pero aún así teníamos fe en el equipo. Ahora es fácil decirlo, pero en las tertulia-corrillo del descanso, no éramos pocos los que nos negábamos a darlo todo por perdido.
Tras el cabezazo a la red de Gerrard muchos de nosotros empezamos a creer en que todo era posible, y el gol de Smicer nos dio alas a todos. Cuando el colegiado pitó penalty a nuestro favor y Xabi se dispuso a lanzarlo, nuestra desilusión se convirtió en esperanza, no sin sufrir un poco tras el lanzamiento. Era lo que tocaba...sufrir. Ya sufrimos también ante Juventus y Chelsea y contra el Milán no iba a ser menos. 3-3 y la prorroga está servida. Ante unos primeros minutos de tanteo, el Milán afila sus garras y San Jerzy Dudek saca dos balones milagrosos tras dos remates de Andrei Shevchenko. Llegamos a los penalties. Momento para pedir una pinta de cerveza o ir al lavabo. No daba para más. La final llegaba a su fin a cara o cruz. Cuando Sheva lanzó el penalty y Dudek lo paró nos volvimos locos.
Saltamos de alegría y hasta algunos lloraron de la emoción. No era para menos. Una final de locos merecía celebrarla a lo grande. Gloria bendita a don Rafael Benítez, él lo hizo posible. Y los jugadores, claro. Y como no, a nuestra fé inquebrantable que nunca nos hace caminar solos.
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