La firma invitada @LuisMarquezP: "Mi partido perfecto"
‘Mi partido perfecto’
Por Luis Márquez, periodista y ‘sevillista red’
Confieso que en mi adolescencia tuve un desliz. Un desliz grave. Eric Cantoná, con sus cuellos de camiseta hacia arriba, su actitud hostil y su clase, suponía una tentación muy fuerte para la personalidad en construcción de un púber con acné y en plena búsqueda de estatus social. Me hice del United. Necesitaba ganar. Fue pasajero, pero fue.
El paréntesis duró unos años, hasta que los recuerdos de Barnes correteando por cualquier campo embarrado a finales de los 80 me hicieron volver en mí, y rememorar a aquel niño norirlandés al que conocí en la Costa del Sol a principios de los 90, que no se quitaba la camiseta verde del Liverpool ni para bañarse, y nuestras conversaciones sobre fútbol, sobre el Liverpool. Mi segunda identidad futbolística.
La ‘reconquista’ se consumó ya de adulto, cuando en 2009 tuve la suerte de grabar un ‘Andaluces por el Mundo’ junto al Mersey. Era mi primera vez allí. Melwood, Anfield, ‘the Spanish army’, Pacheco, Ayala, Durán, tres niños viviendo un sueño, tocar el ‘This is Anfield’ antes de saltar al césped, el ‘You’ll Never Walk Alone’ reventando los altavoces con la grada vacía un día entre semana cualquiera… demasiados síntomas para no volver a creer. Estambul ya había sucedido, claro.
Yo soy sevillista. Desde que nací, eso es innegociable. Puro ADN. Es mi primera identidad futbolística y nunca cambiará. Mi filia por el Liverpool, obviamente, pertenece a otra esfera. La de las cosas que uno elige porque le gustan, racionalmente. El Liverpool es un amigo, el Sevilla es mi familia. Ya se sabe, a la familia no la elige uno…
Desde que mi equipo cayó en Champions este año he soñado con un Liverpool-Sevilla en UEFA. Hubiera preferido en semis, para volver a Anfield y sentir lo mismo que sentí en aquel Liverpool-West Ham con hat-trick de Luis Suárez, cuando Brendan Rodgers, norirlandés como mi amigo de la playa, casi consigue el milagro. No pudo ser, pero Basilea nos va a brindar un duelo de himnos irrepetible. Todo el peso histórico del YNWA se va a fusionar con el Arrebato, cañí pero también muy conquistador. Con solo pensarlo se me olvida el tremendo esfuerzo de tiempo y dinero que he vuelto a hacer para ir una final, ese acontecimiento que en su día parecía único pero que se ha vuelto casi rutinario para el Sevilla, quién lo diría, club loser toda la vida.
Tecleo esto mientras preparo la maleta para Suiza, todavía dudando si meter la bandera y la camiseta del Liverpool o no. ¿Y la del Sevilla? Me lo pensaré, tampoco soy yo muy de símbolos. De hecho, el partido más importante en la historia del equipo de Nervión, esa primera final europea en 2006 en Eindhoven, lo vi con la camiseta del Nápoles con la que Maradona ganó la UEFA en el 89, tres años antes de aterrizar en Híspalis. Todo tiene un por qué.
La UEFA es el torneo ‘indie’, el de las sorpresas, el de las remontadas, el que permite soñar a los que no estamos en el ‘establishment’, el que va a hacer posible el partido perfecto para mí: Liverpool-Sevilla en una final. Quien pueda, que lo supere.
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